viernes, 3 de junio de 2011

Velez-PEÑAROL (Argentina)

En un partidazo de locos, Vélez tuvo la clasificación en un penal que Silva falló. Derrochó valentía, pero le faltó serenidad. Y Peñarol le hizo honor a su historia.


El resbalón de Silva y ese penal que voló... voló... será la postal que ilustrará  este partido de locos hasta el final de los tiempos. El hilo que explique esta locura es difícil de encontrar, entre los fallos polémicos del árbitro y dos equipos que se entregaron, corajearon la noche y se fueron a dormir, vencedores y vencidos, sin nada adentro que no hubieran dejado afuera.


Pero más allá de las chances perdidas, Vélez no puede levantarse a la mañana como si el no ganar la Copa fuera parte de un conjuro de la suerte. Detrás de la sangre entregada, de la valentía y del sudor, hay un Vélez que jugó todas sus fichas a la emoción, pero que se olvidó de pensar. A los dos minutos, el partido pedía a Ricky Álvarez a los gritos. Gareca tuvo la chance de ponerlo cuando se lesionó Cubero. Era riesgoso, claro que sí, pero a veces hay que estar dispuesto a romper algunos esquemas, a jugar con cartas que no están en el mazo. Primó en el DT el instinto de preservar la seguridad defensiva, pero el asunto es que Tobio (que igual jugó un buen partido), terminó como puntero derecho, sumado a la confusión. Tras cartón, el gol de Peñarol llegó por esa banda, mientras Ricky seguía calentando al costado del campo, mirando desde afuera. Vélez fue todo apuro, protestando hasta los laterales, atorado por un rival que lo esperó con oficio y lo lastimó con malicia. Aún jugando mal, el equipo de Gareca llegó mucho, tanto como sufrió los embates del Carbonero, con un Barovero que salvó la clasificación un par de veces.


Vélez estaba para el derrumbe, si el PT terminaba 0-1 no había mucho más que hacer. Pero tuvo un momento de lucidez entre tanto acelere, apretó a Peñarol y le empató el partido en la última jugada. Gareca volvió a demorar el ingreso de Álvarez, y cuando lo hizo salió el que no debía salir (Morales), en lugar de optar por un defensor (Ortiz pedía por favor...) o uno de los volantes centrales. Silva se llevó las luces y las sombras. Primero para resolver un pase de pecho fantástico de Martínez, luego para pinchar el penal hasta lo más profundo de la noche. Las esquirlas de la derrota son difíciles de evaluar. Más allá de su hombría, Vélez deberá saber que dejó pasar una chance de las grandes.

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